domingo, 12 de febrero de 2012

Te convertiste en espiral: tu voz me recordó a la lluvia y la lluvia me recordó tu voz.
Aquella tarde en que rompiendo nuestra promesa de sinceridad L me decía que le gustaba el danzar de la lluvia sobre las hojas de los arboles,  yo le decía que me gustaba porque cada gota era un beso.
 Hoy recordé la sonrisa que nos regalamos, llena de perdón, perdón por mentir, pero agradeciendo la ausencia de una verdad incomoda, lo cierto es que ambas disfrutamos la lluvia pensando en un amor pasado.
Hoy la lluvia cantaba tu nombre, también en las hojas de los arboles. Hoy la lluvia trajo el recuerdo de tus besos sabor metal, de tus atinados silencios;  también la impaciencia de un deseo marchito, ese en el que imaginamos en voz alta pasar juntas una tarde lluviosa y hacerla nuestra.
Piénsalo bien, nada mejor que seguir siendo danza de besos entre las hojas.